El racismo cultural como táctica de poder
Aspiramos a ver un futuro antirracista que nos permita resistir las estructuras de dominación que nos empobrecen.
Por: Kimberly Figueroa Calderón
Organizadora Comunitaria y Educadora Antirracista
Colectivo Ilé
La estrategia “divide y vencerás”, como la frase que se le atribuye al emperador Julio César, ha sido un pilar dentro de las viles tácticas de quienes desean obtener el poder en tiempos eleccionarios. Los discursos de odio mueven una agenda de devaluación a quien es sujeto de esta alocución, que la mayoría de las veces corresponde a grupos históricamente marginados. Y si hablamos de historia, Puerto Rico tiene una relación muy particular con Estados Unidos.
El pasado domingo, 27 de octubre de 2024, durante una manifestación política del partido republicano bajo la candidatura del ex Presidente Donald Trump, en el Madison Square Garden en Nueva York, el “comediante” Tony Hinchcliffe, hizo unas desafortunadas expresiones sobre las comunidades latinas, negras y judías; sin embargo, el comentario que desató nuestra ira como boricuas fue: “I don’t know if you guys know this, but there’s literally a floating island of garbage in the middle of the ocean right now. I think it’s called Puerto Rico.” (“No sé si ustedes saben esto pero, hay literalmente una isla de basura flotante en el medio del océano ahora mismo. Creo que se llama Puerto Rico.”).
Aunque desde la oficina del ex Presidente se compartió una declaración separándose de las declaraciones del “comediante”, tanto artistas, comunicadores y la población en general, reaccionaron en contra de estas expresiones en la diáspora y en nuestro archipiélago. A pesar de que esta reacción de defensa con nuestra comunidad puertorriqueña es muy esperada y necesaria, también se hace importante recordar nuestra relación con Estados Unidos, sólo de esa manera, podemos entender por qué estas expresiones son muy fáciles de hacer para algunas personas y para otras pudieran ser “verdades objetivas que a la gente no le gusta escuchar.”
Los puertorriqueños son considerados ciudadanos de segunda categoría: si bien se nos otorga la ciudadanía estadounidense desde el 2 de marzo de 1917, esta garantía no es un regalo. Recordemos que esta ciudadanía fue concedida en el contexto puntual de la Primera Guerra Mundial, bajo la ley Jones-Shafroth, firmada por el entonces Presidente Woodrow Wilson, que no significaba la incorporación de Puerto Rico al sistema de Estados Unidos, pero sí permitía llamar a los puertorriqueños al ejército, a través de la ley del Servicio Selectivo del mismo año. No se nos permitía vivir como ellos, ni votar por el Presidente, ni acceder a fondos de la misma manera, pero sí se nos requería morir con igualdad. Estamos hablando de una posición de subordinación trazada desde el primer momento de nuestra relación y esto sin duda, tiene repercusiones en la cultura latente.
El racismo cultural es una manifestación del racismo que se ve reflejada cuando un grupo dominante, en una sociedad racista, impone sus valores, creencias y formas de vida a un grupo subordinado, quitándole así, su habilidad de autodeterminación y de identificación cultural colectiva. Al subyugar culturalmente a un grupo de personas, éste queda desprovisto de mecanismos que pudieran hacerle resistir la dominación política. Un ejemplo muy reciente y doloroso, fue la visita luego del Huracán María en la cual el lanzamiento de papel toalla, fue más importante que las más de cuatro mil vidas perdidas en ese momento y solo pudimos ver el suceso y tragarnos el coraje.
Y es que nuestra relación siempre ha sido desde la aspiración a una cultura hegemónica en la que las dicotomías son la orden del día, sin tomar en consideración que están basadas en prejuicios raciales y étnicos que vienen de una supremacía blanca y rica que muy pocas veces o nunca halla interseccionalidad de raza, género y clase en su discurso. Se aspira a una hegemonía racial y económica que no incluye la justicia y es bien recibida para quienes cumplen con las características del emisor, en este caso, el emisor no comparte características con nosotros los puertorriqueños o al menos, quisiéramos pensar que no tenemos nada en común.
Es por eso que se nos hace importante tener la reflexión, no solo de la defensa de nuestros territorios, sino también de nuestra cultura. Esto es un trabajo colectivo y conjunto con nuestra diáspora y con los otros grupos mal llamados “minorías” que caen dentro de la fragmentación que este tipo de discursos propicia para lograr sus objetivos del sostenimiento del poder. Los comentarios expresados en esa manifestación política no fueron un evento único, fue una confesión a viva voz, sin timidez ni modestia que retrata las visiones de quienes se han beneficiado de nuestros cuerpos y territorios como recursos desde hace poco más de un siglo.
Desde Colectivo Ilé, creemos en la capacidad de la gente para identificar sus propias necesidades, prioridades y soluciones. Aspiramos a ver un futuro antirracista que nos permita resistir las estructuras de dominación que nos ningunean, empobrecen y racializan como inferiores.
Nos toca defender nuestro patrimonio cultural y reestablecer nuestros mecanismos de resistencia.